Simón Pedro le contestó:
—¿Y a quién seguiríamos, Señor? Sólo tus palabras dan vida eterna. Nosotros hemos creído en ti, y sabemos que tú eres el Hijo de Dios. (Juan 6:68-69) Este texto es uno de los que más he utilizado en estos días. No necesariamente con el sentido que le daré en este escrito, pero si con el sentido de responsabilidad y compromiso. Esta respuesta de Pedro se da ante la pregunta incómoda de Jesús al ver que los judíos que seguían a Jesús se fueron por no aceptar que él era el hijo de Dios. Allí sucedieron dos cosas que no puedo pasar por alto. La primera fue la respuesta de esta gente ante la premisa de Jesús que él era el pan de vida. Su reacción fue recordar sus antepasados. Recordaron a Moisés entre otros personajes como ellos si tenían una conexión con Dios. Que irónico que el religioso siempre quiera vivir enmarcado a las experiencias del pasado y no que con el Dios que provee la experiencia. Muchas personas se aferran a sus experiencias del ayer. No han entendido el contexto que vivimos y su queja constante es con todo lo que ocurre dentro de la iglesia y los cambios que surgen en ella. Unos de mis principios como pastor es no aferrarme a las experiencias por más buenas que sean. Pienso que Dios siempre tiene experiencias nuevas y refrescantes a mi espíritu. Estoy seguro de que, dentro de 15 años, todo lo que se hace en la iglesia será distinto, los métodos serán otros, las formas, los estilos serán otros, por lo tanto, no me puedo aferrar a lo que hoy estoy experimentando. Cuando esto ocurra, quiero estar preparado tanto emocionalmente como espiritualmente para poder comprender lo que Dios desea seguir haciendo con otras generaciones. Otra respuesta de los que seguían a Jesús fue huir. Jesús cuando los enfrentó y les dijo que la manera de comer ese pan era aceptando que él era el hijo de Dios, dice el texto que todos se fueron. Esto es una reacción normal del ser humano. Pero no la considero madura. Hoy día hay una modalidad de salir de las iglesias para buscar una moderna que llene nuestras expectativas. Los hacen como chuparse un limber. No tenemos la madurez de enfrentar nuestros problemas y ser parte de la solución. Recuerdo cuando en el 2002, regrese de mi practica pastoral a mi iglesia madre, ya no había muchos jóvenes en la iglesia. Mi iglesia madre estaba pasando por un proceso muy duro. El pastor que tanto queríamos en la iglesia tuvo que salir por asuntos que a muchos no nos gustó en la forma que muchos líderes lo trataron. Yo tenía tantas opciones para irme de la iglesia. Hasta iglesias independientes me ofrecían ser parte de su cuerpo pastoral, cosa que no acepte, ni acepto. Recuerdo que de 118 jóvenes en la lista no habían ni 11. Hubo un éxodo grande en la congregación. Yo venía de pasar un momento duro en mi proceso de practica pastoral, así que llegue en un momento difícil y tenia que tomar una decisión. Yo decidí quedarme. Quedarme y ayudar al pastor que estaba en ese momento, aunque difería de el en muchas cosas. Me quede para ser parte de la solución y ayudar en la obra de Dios. El irme nunca ha sido una opción ante las adversidades. Hoy día eso es tan normal. Las personas renuncian a sus ministerios, renuncian a sus congregaciones, huyen ante los problemas de no someterse a su líder, de no estar de acuerdo en cómo se hacen las cosas. Buscan otra iglesia donde sentirse cómodos. La realidad es que están buscando escapar de su realidad, pero no sanan su problema, no sanan sus conflictos. Observemos la respuesta de Pedro cuando Jesús les pregunta: “¿También ustedes quieren irse?” y a quien seguiríamos, Señor? Sólo tus palabras dan vida eterna. La respuesta de Pedro se da por dos factores: 1. Nosotros hemos creído: El creer nos hace siempre tomar las mejores decisiones. Creer es sanar heridas, es actuar con sabiduría. Es ser leal, es tener principios y valores del reino. 2. Sabemos que tú eres: El saber es convicción, es intimidad. Cuando uno conoce no huye ante las crisis, no huye ante las experiencias malas en tu congregación. Si hoy estas esperando una respuesta de Dios para salir de tu iglesia, la respuesta es no. Se que no es lo que estas esperando porque quieres irte a donde todo está “bien”, donde hay mucha gente, donde te dicen que vas a ser próspero y que la vida es color de rosa… ¡pero no! No te vayas, quédate y se agente de sanidad, se agente de cambios y ayuda a tu pastor o pastora a bendecir la obra de Dios. Yo me quede y estoy disfrutando ahora mismo en mis 14 años de pastor la decisión de haberme quedado en un momento de crisis. Repite como Pedro: --¿Y a quién seguiríamos, Señor? Sólo tus palabras dan vida eterna. Nosotros hemos creído en ti, y sabemos que tú eres el Hijo de Dios. ¡Te ama! Pastor Carlos Armando López Gerena |
Author:El Rvdo. Pastor Carlos Armando López Gerena tiene un BA en Trabajo Social y una Maestría en Divinidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico. Actualmente está cursando un certificado en Administración de Iglesias. Archivos
Marzo 2025
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